¿De qué sirve la psicoterapia?

"Mi marido me dejo…mi vida termino…y usted no va a hacer que el vuelva ...no me gustan los psicólogos…el pasado no se cambia...vengo solo porque se lo prometí a mi hijo" (M. 52 años. Primera sesión de psicoterapia) Así empezó la terapia de M. Escupió su declaración, me sonó a desafío. Destilaba amargura por cada poro. Era enana, media escasos 1,30 m y en su relato daba cuenta de un profundo complejo al respecto...burlas infantiles y hasta un absurdo reproche a su padre, "enano también". "Es verdad que no puedo hacer que tu marido vuelva (para eso hay muchas ofertas de curanderas que te venden un amarre con garantía de 3 años) ...pero si puedo ayudar en que no te duela tanto y en entender por qué sentís que se te va la vida porque alguien no te elige. M. se quedó. A lo largo de las sesiones, fuimos desenrollando la trama que unía invisiblemente el enanismo heredado, las secuelas de la pobreza y ciertos rasgos obsesivos de su personalidad acentuados por una educación religiosa muy estricta. Como llego a asumir M., haber nacido enana es una circunstancia más en la vida, determinada por la herencia y por la genética...pero la pesada carga de "nefasto" corre por cuenta de sus vivencias infantiles y su capacidad de lidiar con la vida, no por la genética. Esta circunstancia no habitual le permitió conocer el mundo (viajo como embajadora de su país en un programa especial para discapacitados), que de ninguna otra manera habría sido posible para ella desde su condición económica. Conoció el amor de un hombre fascinado por su inteligencia y fuerza de voluntad; pudo maravillarse de engendrar un hijo de estatura normal y apoyarlo hasta que se graduó en la universidad. Fue necesario repensar todas las creencias religiosas con las que fue criada, las restricciones con respecto al sexo y al placer, las culpas de todo sobre sí misma y para con los demás, el infierno con sus llamas eternas, las imágenes de manos sangrantes perforadas por espinas y clavos como muestras de amor. (¿?) Historia propia y personalidad En la historia de cada uno de nosotros, hay una innegable carga genética que constituye nuestro punto de partida. Sobre este material se irán escribiendo vivencias de índole muy diverso que dan cuenta, finalmente, de quien soy. El clima de la casa donde crecí (armonioso, caótico, triste, artificial), el lugar que me toco ocupar en la familia. Y el que mi familia ocupo en la micro sociedad en la que estaba inserta, las cargas ancestrales consientes e inconscientes...todo ha dejado huella en mi psiquis modelando las bases de mi personalidad. 1 y sobre todo esto, por supuesto, mis propias decisiones fueron haciendo el resto del trabajo. No alcanza haber tenido un padre alcohólico o ausente, ni una madre violenta o infiel para con esto justificar una vida miserable. Todos conocemos casos de hijos sanamente ambiciosos, que llegan lejos en la vida, nacidos de un hogar marcado por vicios y desidia. Y también a la inversa, familiares ejemplares con algún hijo "desastre" que parece no encajar con ellos. La función de la psicoterapia es, entonces, ayudarnos a entender por qué somos como somos y porque actuamos así y fundamentalmente a deshacernos de lo que queremos eliminar en nosotros mismos...sea ese tipo de pareja que elegimos, esa compulsión a comer o ese trabajo que nos aniquila... Nuestras fobias y manías, limitaciones y éxitos resuenan directamente con la ecuación: genética, herencia, vivencias infantiles, decisiones propias y cualquier trabajo interno realizado sobre nuestro Interior. María Inés Álvarez Psicóloga (UBA)

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