Y fueron felices por siempre...
Un caso clínico Mariela (35 años) no entiende porque no puede ser feliz con alguien Es atractiva, conserva muy bien su físico y su aspecto "invierto mucho esfuerzo y mucho dinero en estar bien". Lo logra. De hecho, no parece de más de 25 años (tampoco cuando habla o piensa...) Indagando en su historia, no aparecen elementos severos de trauma y tragedia: familia tipo, clase media, 3 hermanas, escuela religiosa, profesor de educación física, inserción laboral acorde y estable. Lo primero que llama la atención del terapeuta es un exceso de mujeres... una falta de hombres significativos en su vida. Durante su infancia vivían con la abuela materna ya que el abuelo estaba fallecido. El padre casi no aparece en su discurso...trabajaba mucho...siempre callado o mirando televisión. Sin hermanos ni amigos varones...escuela de monjas con alumnado femenino...Incluso refiere como motivos de la elección de su carrera (profesora de educación física), el hecho que combinaba "la posibilidad de cuidar el físico mientras le pagaban "con la seguridad de que en las escuelas" iba a encontrarse casi siempre con compañeras mujeres Sus estándares de marido son ambiciosos, a partir de lo que ella considera que ofrece: "la mujer que cualquier hombre soñaría... bien femenina Se muestra perpleja cuando le pregunto a qué se refiere…como si nunca hubiera pensado antes en esto... de hecho se angustia ante la posibilidad de que no hubiera un patrón único de lo femenino. En su arquetipo psíquico, Mariela combina datos de "Barbie" (flaca siempre arreglada, flaca...siempre sonriente...flaca) con las consignas de una generación atrás (Que sepa coser, que sepa bordar... que sepa abrir la puerta para ir a jugar...) Sus expectativas de marido, son, en concordancia, bastante similares a los del príncipe de los cuentos y bastantes disimiles de los hombres de carne y hueso. Según nos cuenta Mariela, "el mercado" ofrece varones de su edad "viejos", que no se cuidan, que llegan con carga de hijos y ex, llenos de problemas...parecen haber perdido el blanco corcel en algún juicio de alimentos. Por otra parte, también se encuentran en góndola los "Kent" bronceados a cama solar, montados en sus motos, adictos al gimnasio y a salir los sábados con amigos, (a los 20 es esperable, a los 60... patético), con no muchas ganas de entregar su libertad a cambio de los ravioles de los domingos. El camino a seguir La propuesta terapéutica es, en primera instancia, trabajar la propia historia: hacer un recuento de las creencias formadoras acerca del ser mujer, contrastarlas con lo que la persona piensa y con las experiencias que ha vivido en sus años: 35 no son mucho, pero no tan pocos como para no "capitalizarlos" en sentido común, pensamiento independiente de la masa, "singularidad psíquica". Paralelamente, Mariela necesita caminar un poco el mundo masculino: cómo amar? ¿Cómo entender lo que no se conoce? Y como se lleva esto a la practica: ella comenzó a dictar clases en un gimnasio mixto, a agudizar la "escucha" de sus compañeros de trabajo, a prestar atención a los hombres de la calle: se sacó los auriculares en el colectivo y ahora observa y toma nota de lo que hablan, de lo que les preocupa, de lo que sueñan sus compañeros de especie...como si fuera descubriendo que todos somos humanos. Y al fin llego El. Al tomar contacto real con el mundo de "ellos", cayó la idealización y aparecieron otras posibilidades de vinculación. De hecho, un maestro de la "escuela de siempre", empezó a parecerle atractivo: él no se operó la nariz ni paso a un Okm...ella cambio el modo de verlo. "Cosas en las que nunca me había fijado". Y es seguro que no fueron felices por siempre...llevar adelante una relación, ensamblar las opiniones, gustos y necesidades con las de Otro, nunca fue algo sencillo ni automático, pero indudablemente es mejor que gastar los años hablando trivialidades por Twitter o recorriendo compulsivamente shopping o centros de estética en busca de felicidad Lic. María Inés Álvarez Psicóloga (U.B.A)
