Dime amor lo que se siente

El tema nunca me pareció demasiado pesado hasta que mi primer novia me dejo. Ella estudiaba para psicopedagoga, mi mama la adoraba y naturalmente sabía como comunicarse con Santi, pero cuando nos hicimos más grandes ella no quiso seguir. Tal vez no me quería lo suficiente, pero se mostró muy firme con la decisión de no cargar con este “peso” cuando mis padres no estuvieran, además del temor de que yo trasladara algún tipo de tara a un vástago nuestro. Santi casi no hablaba, se babeaba, no sabía jugar. A veces se reía solo .A veces nos pegaba o se pegaba La odie. A ella por decirlo, a mis padres por haberme puesto en esta situación. Lauti es más grande 4 años que yo… muchas veces pensé que mi llegada al mundo secretamente traía la expectación de que lo cuidara cuando mis padres ya no estuvieran QUE SIENTO POR MI HERMANO? A Santi lo odie porque 3 veces x semana tenía que quedarme en la sala de espera del consultorio mientras él hacía “sus terapias”…nadie hablaba de mí ni me hablaba. Yo hacia la tarea en una mesita mientras todos hablaban de mi hermano. En esos momentos mis padres TODAVIA TENIAN ESPERANZA.TODAVIA LUCHABAN También me daba muchísima bronca que durmiera en la cama de mi mama donde yo también quería….cuando mi papa se fue le eche la culpa a Lauti porque ocupaba su lugar en la cama…mucho más grande entendí que la ruptura entre mis padres era más complejo que esto. Después me daba mucha vergüenza en mi secundario. No quise ni que mi mama venga a la fiesta de entrega de título, arme una pelea con ella para que se quedara con él. No me dio decirle que le pidiera a mi tía si lo cuidaba. Nunca iba a ningún lado fuera de la casa Eso marco mi culpa cuando fui más grande y entendí que él no tenía ni iba a tener amigos, ni sexo con nadie (salvo esas torpes masturbaciones que en casa hacíamos que nadie escuchaba), ni un trabajo, ni un proyecto. También marco mis dudas cuando fantasee en irme a vivir del otro lado del mundo. Mi madre me lo suplico cuando me canjeo: “te pongo la casa a tu nombre: esta y el dto. de la costa. Y te hago tutor de tu hermano”. Me sonó a chantaje, pero también a desesperación. Me había casado con una peluquera que no conocía de prevalencia de índice de herencia en discapacidad, me amaba más de lo que yo a ella pero NO aceptaría nunca que Lauti y su mirada libidinosa viviera conmigo y nuestras 2 nenas. Yo no sabía qué hacer, empecé a tomar a ver si en el alcohol encontraba una decisión que me dejara en paz. (lo único que encontré fue una anestesia temporaria por la que luego pague precios carísimos) Fue mi amante la que me aconsejo empezar con terapia. Bucear en mis emociones me hizo encontrar cuál era mi cuadrado en el tablero: la responsabilidad de su discapacidad era parte de mi herencia. (no de mi esposa ni de mi tía con la que me enoje por “borrarse”) No había nadie más. La terapia también me ayudo a resignificar el valor de las instituciones diseñadas para albergar a personas como Lauti. No todas son un basurero donde “sacarse el problema de encima”. Primero fue conseguir un sistema de acompañantes para cuidar a mi mamá, ya muy gastada y a mi hermano, ese hombre con mentalidad de niño. Cuando mi madre al fin descanso, yo ya tenía en mente un pequeño hogar para internarlo. A ella le mentí en el juramento de nunca internarlo. (Entendí que mientras ella me pedía: jurame que nunca lo vas a internar…quería decir: “Jurame que te vas a asegurar que tenga una vida buena”) Ahora nuestros días transcurren en paz…y mi terapia por otras cuestiones todavía sin resolver. Lic Maria Ines Alvarez Psicologa-U.B.A

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