Ser mamá a los 50 años

"Cuando la cigüeña llega más tarde"... Los tiempos cambiaron. La niñez se acortó, la adolescencia se alargó y la maternidad se postergó. La ciencia permite ser madre a una edad que hasta no hace mucho era impensable y por lo tanto aparece el debate. Tener 50 años solía ser sinónimo del nido vacío ya que los hijos empezaban a irse de casa. Además, las mujeres se empezaban a llenar, pero de síntomas premenopáusicos tales como, calores, transpiraciones y sequedades en zonas incómodas. No es que eso ya no ocurra, sino que ahora a los 50, para muchas, esto literalmente, recién está en pañales. La tecnología en fertilización ha hecho posible lo que no hace mucho parecía de ciencia ficción: parir contra el reloj biológico, ir contra la naturaleza misma. Para algunos, semejante desafío es tan condenable como el peor de los pecados. Muchas mujeres, sin embargo, siguen intentando plasmar su deseo de un hijo, más allá de los impedimentos sociales y naturales. La pregunta que aparece es ¿Cómo es parir a los 50? ¿Qué significa ser madre a esta edad? Según la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (SAMR), en la Argentina se hacen unas 3.500 fecundaciones in vitro por año. De esos casos, un 20 por ciento corresponde a tratamientos con donación de óvulos, que es el método con que se logran embarazos en mujeres pasados los 43 o 44 años. De esta forma, se hace una fecundación in vitro usando el semen de la pareja, con óvulos donados. Una vez formado el embrión, se coloca en el útero de la que va a ser madre. Para los especialistas consultados, este método otorga un 50 por ciento de posibilidades ya que es el que más tasa de embarazos produce, debido a que los óvulos son buenos, de mujeres menores de 34 años, sin problemas de fertilidad. Durante los tres primeros meses de embarazo la futura madre recibe medicación: estrógenos y progesterona. Más allá de eso, explican, "los embarazos son exactamente iguales. Simplemente hay más riesgos, como presión alta y diabetes, pero todo es controlable". Pero no todos son tan optimistas. Algunos médicos plantean que "la ciencia debería dejar de comportarse como Dios fomentando el embarazo después de los 40 años y abrir el debate sobre las consecuencias de parir niños a avanzada edad”. Asimismo, recuerdan que "los riesgos de sufrir dificultades en el embarazo, abortos y morir durante el parto, aumentan cuando la madre supera los 40 años". Así y todo, nada parece frenar a las mujeres que deciden encarar la maternidad más allá de relojes biológicos y miramientos sociales. Está claro que una mujer de 50 años hoy no es igual que la de hace 20, ya que la energía, los proyectos y las posibilidades son distintas. "Quizás la desventaja más difícil de asumir es la diferencia generacional que va a pesar, sobre todo, cuando el hijo tenga 15 años y la madre 65", opinan algunas fuentes consultadas. Nada que no pueda solucionarse con algunas medidas como "rodearse de personas de generaciones intermedias. Además, de mantenerse actualizados y conocer los códigos de la generación de los hijos". También se presupone que, durante la adultez, la carrera ya se ha realizado, y que muchas mujeres lejos de abocarse al éxito, sólo tienen algunos puntos por cerrar. De esta manera, será posible verificar que el tiempo que le dispense a la crianza de sus hijos será mucho mayor, algo que a priori jugará a favor. Lo mismo sucederá con la mayor experiencia de vida, que les posibilitará tener un mayor conocimiento y madurez emocional, gracias a los cuales muchas mujeres podrán dar pasos más sabios en todo lo referente a la educación de sus hijos. En definitiva, la mujer que derriba el reloj biológico no quiere otra cosa que reivindicar la importancia de que su hijo sea suyo biológicamente, que salga de su vientre. Es así que como vimos, algunas desventajas señaladas, podrían convertirse también en ventajas. Es decir, nada es fijo en los seres humanos, por lo que también existe la posibilidad que en algunos casos esta situación sea exactamente opuesta y, efectivamente, se cree un mejor vínculo entre una madre joven y su hijo recién nacido, antes que en entre una adulta y su bebé. Lo cierto es que hoy la expectativa de vida de una mujer llega a los 76 años, un cuarto más que hace un siglo. Muchas cosas cambiaron desde entonces. Las madres salieron a trabajar. Algunos padres empiezan a colaborar. La familia tipo dejó de ser monopólica. La tecnología del siglo XXI posibilita nuevas maternidades y abre paso a nuevos derechos. Por lo tanto, ante el deseo ser madre a los 50, debe evaluarse cada caso con detenimiento, sin falsas teorías ni prejuicios, y aprovechando todo lo bueno que la ciencia tiene para ofrecer. NOTA: KARINA VIMONTE

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