¿Los niños deben asistir a terapia?
Julieta tiene 8 años. Sufre bronco espasmos a repetición, que no siguen un patrón regular El pediatra, con buen criterio, solicita un psicodiagnóstico de la nena para comprender los factores emocionales que se pudieran estar poniendo de manifiesto en este síntoma. Un psicodiagnóstico es un proceso evaluativo, exploratorio, que nos permite saber cuál es el cuadro de situación psíquica del menor, donde estamos parados desde el punto de vista emocional. Similar a realizarse un análisis de sangre, de orina o estudios de rutina a nivel físico, al psicodiagnóstico podríamos llamarlo "chequeo psicológico". El psicodiagnóstico de Julieta revela un clima hostil silencioso en la casa y algún secreto ocultado a la nena. Dentro de la psicología hay muchas corrientes teóricas, pero si en algo son unánimes es en el criterio de decir todas las verdades de la historia a cada uno de los componentes del grupo. Familiar. Concluido el diagnóstico, se logra entre 4 a 6 sesiones, se realiza la entrega del informe a los padres, y una devolución individual al niño, en su calidad de paciente. De estos resultados se concluye si el niño debe iniciar tratamiento psicológico o no y en qué modalidad: sesiones individuales, grupales, terapia de familia u otras. Cuando planteo la entrega de informes a los papás, la mamá se pone visiblemente incómoda. Los gráficos de la niña indican un secreto familiar operante, pero no indican cuál Lo que también es notable de dicha entrevista con los padres, es que la evidente angustia y cambio de emoción de la madre parecía no ser registrada por el padre, él se mostraba tan inmerso, tan cansado, tan abstraído por las cuestiones domésticas que no podía percibir nada más. Una posibilidad, si los papás están dispuestos o han realizado algún tipo de abordaje terapéutico en algún momento es poder abordar en ese mismo momento (con los adultos) el secreto no revelado y buscar la forma de transmitírselo al hijo de la manera más conveniente y en el marco contenedor de la terapia. Cuanto más se conocen los adultos a sí mismos, más posibilidades tienen, obviamente, de comunicarse con los hijos, de comprender sus conductas y de guiarlos en la vida. ¿Pero qué pasa cuando el niño expresa en su cuerpo o en su conducta cuestiones que los adultos no han trabajado? ¿Que han callado por años? ¿O que viven sin resolver? Usualmente se callan infidelidades, suicidios, cárceles, cuestiones de herencia, adopciones, peleas históricas, muertes trágicas, adicciones, hijos extramatrimoniales...y la lista es interminable. Todos tenemos derecho a construir nuestra historia con verdades. Como si fuera un puzzle, vamos uniendo los fragmentos de quienes somos, de donde venimos. indagar acerca de qué la ponía tan incomoda a ella y agradeciendo, en esta instancia, que su marido tuviera tan poco registro del lenguaje corporal. Las historias de nuestros padres, tíos y abuelos. Y aquello que es silenciado es vivido "como un agujero"; como una pieza faltante en nuestro rompecabezas psíquico. Volviendo a nuestro caso, propuse una entrevista a solas con la mamá de Julieta para Carolina se muestra en un primer momento bastante reacia a aceptar que los graves episodios de bronco espasmo clima aquejan a su hija puedan estar relacionados con algo más que con "el cambio clima". estamos en este caso con la enorme ayuda del pediatra que es quien primero avistara que hay algo subyacente bajo el síntoma. Lentamente. Carolina va desmeollando la trama oculta de la vida de Julieta: ella estaba de novia con Julián, el papá, y a su vez mantenía una historia paralela con un amigo de los dos cuando Carolina se queda embarazada, en realidad no sabe de quién. Este le plantea el momento más terrible de su vida: ¿abortar? ¿Hablar? Hacer como si nada y seguir con el embarazo adelante? "Era chica y estaba confundida". Dice como justificándose, entre lágrimas. La terapia no es un juzgado y el terapeuta no es un juez. No tiene formación ni derecho de juzgarte por nada de lo que cuentes. Además, el secreto profesional ampara bajo juramento cualquier información que vos expongas dentro de estas paredes. La angustia con el relato, la decisión que no fue decisión...seguí con el embarazo, deseando perderlo, sin decirle nada a ninguno...hasta que a los 6 meses se hizo inocultable a pesar de la faja. Entonces C. (el amante) se alejó. Desapareció de nuestras vidas sin dejar rastro. Julián lo llamo varias veces sin éxito...hasta que llego a la conclusión que se habría enojado por algo... Lástima, él que quería elegirlo como padrino de la nena…. ¿Los niños al diván...y los padres? Personalmente pienso que ningún niño menor de 12 años debería estar en terapia si sus adultos no lo están. Los chicos que hacen síntomas deben recibir asistencia psicológica; pero acompañada por intervención terapéutica con los padres u otros adultos de la familia ya sea en modalidad terapia individual o grupal o como orientación a padres. Porque el hijo asistido va a empezar a hacer cambios y si el entorno no los comprende, se llega a entorpecer la dinámica familiar. La terapia en simultaneo también contribuye a que el pequeño no quede en el lugar del *enfermito o del terrible" y tome su tratamiento con naturalidad. Estas afirmaciones por parte del terapeuta son recibidas de distinto modo. Desde papás que lo comprenden con alivio y alegría y aceptan inmediatamente, hasta aquellos que "se enojan" con el psicólogo confirmando la propia inmadurez emocional y expresan: todo el problema lo tiene la nena (4 años) que es mala como el padre.) ...no yo! Y tal vez invalidan la única posibilidad de ese pequeño de tener una vida más feliz. Cada niño es portavoz del drama familiar, por eso la necesidad de entender sus manifestaciones como parte de un todo para comprenderlo y mejorarlo. El terapeuta infantil tiene una doble (a veces triple) tarea: lograr transferencia, es decir generar relación de confianza con su paciente (el niño); y a su vez hacerlo con sus padres. Muchas veces las nuevas parejas de los padres son figuras fuertes en la historia de nuestro paciente y también hay que poder coordinar acciones con ellos. Lic. María Inés Álvarez Psicóloga (UBA)
